«Hace rato que los argentinos disputan medallas en el mundo»
Hace 50 años, Han Chang Kim llegó desde Corea del Sur para imponer el taekwondo. Esta semana celebró el desembarco de una disciplina que en 2012 le dio un oro olímpico al país.
El Gran Maestro Han Chang Kim nació en el verano boreal de 1939 en la ciudad de Haolbin, en Manchuria, donde compartió sus primeros años con una numerosa comunidad coreana. La Segunda Guerra Mundial le enseñó el sufrimiento, el hambre y el desgarramiento de los afectos. Su personalidad perseverante le permitió lograr no solo el cumplimiento de la escuela secundaria sino que también pudo graduarse de licenciado en Relaciones Internacionales especializándose en idioma español. En 1967, decidió viajar a la Argentina con el objetivo de implementar aquella novedosa disciplina creada por el general Choi Hong Hi, quien había fundado la International Taekwon-Do Federation (ITF) el año anterior, para difundirlo en el extranjero, mientras que domésticamente regía la Korea Taekwondo Association.
En la actualidad, Han Chang Kim es el depositario de una fama ya legendaria: ha formado miles de alumnos, siempre en el marco del honor y la integridad, y el taekwondo se ha convertido así en una de las artes marciales que logró tal crecimiento que hoy es deporte nacional coreano gracias a la aprobación del Comité Olímpico Internacional celebrado en París en 1994. Y fue en Londres 2012 que Sebastián Crismanich alzó la bandera argentina, brillando su medalla de oro en lo más alto del podio.
El último 1 de mayo, el Gran Maestro Han Chang Kim dictó una clase para celebrar medio siglo de la disciplina en la Argentina, en la cual participaron más de cien instructores de la Asociación Argentina de Taekwondo Independiente dirigida por los maestros Fernando Abad, Jorge Priero y Mario Chariere. La jornada finalizó confirmando que el deporte es una fascinante forma de vida, un instrumento para alcanzar el equilibrio físico y mental, dando como resultado personas felices, seguras y triunfadoras, y haciendo presente aquella frase de Confucio: «No es más fuerte aquel que es capaz de vencer a los demás, sino aquel que es capaz de vencerse a sí mismo.»
–¿Cuál es el origen del taekwondo?
–El taekwondo lo inventó el general Choi Hon Hi. Pero en 1971, el presidente de Corea, Park Chun-hee, lo nombró deporte nacional directamente y no como arte marcial, como acá el fútbol. Así comenzó a difundirse en todos los lugares, porque antes estaba solo en gimnasios, como Chung Do Kwan, Song Moo, Moo Duk o Oh Du Kwan. Así se introdujo en los colegios (primario, secundario y universidad) e incluso en el servicio militar y el ejército. También hay muchas entidades y asociaciones que difunden la disciplina. Pero en 1973 se dividió, por diferencias ideológicas y políticas, y el general Choi se fue a Canadá con la ITF y Corea del Sur formó la World Taekwondo Federation (WTF), que lo promocionó más como deporte. Es aceptado en los Juegos gracias al trabajo de Un Yong Kim.
–¿El taekwondo tiene una base fuerte en el nacionalismo coreano? ¿Qué se siente al verlo dividida hoy y ubicado en el plano internacional?
–División, antes no había división. Después de la Segunda Guerra Mundial, hace 72 años atrás, cuando nos independizamos de los japoneses que nos dominaron por 36 años, al igual que parte del sudeste asiático e incluso China en esa época, después sin que quisiéramos se dividió el norte del sur, aunque no era voluntad nuestra. Era la decisión de cuatro potencias: Estados Unidos, Rusia, China y Japón, que al no tener mucha fuerza contra ellos debimos soportar. Desde el paralelo 38º hacia arriba dominaron los soviéticos y hacia abajo los norteamericanos. Esto todavía sigue, durante ya más de 65 años. Todavía no podemos voltear esa muralla de cuatro kilómetros que nadie puede pisar porque está minada. Es el único país del mundo que está así. Alemania yo no está dividida, y yo les preguntaría a ustedes si hay alguna respuesta buena para lograr la reunificación. Siempre sufrimos por esto. Creo que la política desune y el arte marcial nos une. A eso apostamos.
–¿Hubo cambios cuando el taekwondo se convirtió en deporte olímpico?
–Sí. El taekwondo no mostraba un gran desarrollo de patadas porque, como cualquier toque valía un punto, se apostaba a la patada lateral al estómago, más efectiva, y se dejaban las más difíciles. Eso hacía poco vistoso al deporte y casi nos eliminan de los Juegos Olímpicos. Posteriormente se modificaron los reglamentos, dando puntos variados según la técnica y su dificultad. Eso le permitió su permanencia. Pero hay competencia para ingresar, entre China con el kung fu y Japón con el karate. Como Corea es un país más débil, aún debemos seguir peleando. Quizás en el futuro se unifiquen todas las artes marciales.
–¿Y cuál es el balance del taekwondo en Argentina?
–Desde hace unos 50 años, muy pocas personas sabían del taekwondo en la Argentina, pero con Sebastián Crismanich la gente comenzó a tener interés por la disciplina. Esa medalla nos hizo mucha propaganda. Ahora, en la calle veo a los chicos con el dobok de ITF (no tanto con el de WTF, pero no importa) porque lo relevante es que sigan taekwondo. Todavía falta, porque dicen las revistas especializadas que desde 1967 a la fecha unas 500 mil personas pasaron por los Dojang (lugares de prácticas). Hay abuelos, padres e hijos; familias enteras están practicando taekwondo. Igual, no estoy conforme, siempre me quejo, digo que el 1,2% de la población argentina no es nada (risas).
–¿Cómo se siente con esta conmemoración?
–Muy solitario, porque hace 50 años atrás tenía muchos compañeros y hoy muchos no están en estas tierras. ¡Es mucho tiempo! Desde la época en la que vine, los que se iniciaron conmigo, discípulos y alumnos, muchos están allá arriba, por eso me siento triste. Pero la vida es así, hay que aceptar sin protestar. Agradezco mucho a los argentinos por la difusión del taekwondo entre todas las artes marciales, como el yudo, el karate o el sipalki, porque veo mucha difusión en revistas, especialmente porque el taekwondo es más fácil de asimilar por principiantes que otras disciplinas. Lo cierto es que el fútbol es el deporte nacional en Argentina, pero las medallas se las da el taekwondo. Si bien en Corea el peor futbolista es Maradona, no pasa lo mismo en Argentina: hace rato que los argentinos disputan medallas a nivel internacional.
Se ve en Han Chang Kim un Sasonim (Gran Maestro) que transmite un alto nivel de sabiduría y superación, ejemplo imprescindible para las nuevas generaciones.
(*) IV Dan Taekwondo. Club Atlético San Telmo